Las evaluaciones y sus respectivas notas siempre llevan aparejadas una importante reflexión. Tenemos que cuestionarnos si hemos hecho todo lo que podíamos, si hemos aprovechado (o no) el tiempo en clase y en casa,... Es por ello que hoy vengo para hablar de una de esas palabras que están de moda, 'procrastinación' y que, tal y como me habéis comentado, es lo que os ocurre a muchos (aunque no supierais que ese era el nombre). A partir de este punto, voy a hacer una serie de entradas sobre cómo mejorar nuestro estudio. Vamos allá.
¿Qué es la procrastinación?
Seguramente más de una tarde te has sentado frente a los libros sin saber muy bien por dónde empezar. Has abierto, por ejemplo, castellano, te has pasado dos minutos y luego has decidido hacer mejor Tecnología y postergar la otra materia para el final. A continuación, te has pasado como unos cinco minutos cuestionándote si has hecho lo correcto al cambiar de asignatura. Bien, este vaivén e indecisión nos causa una pérdida de tiempo y, por tanto, un bajo rendimiento y aprovechamiento del tiempo de estudio.
Pues sí, chicos, la procastinación es justamente eso: ponerse con una tarea pero dejarla al poco tiempo, no tener objetivos claros, atrasar los retos... Todo ello causa una sensación de frustración, de desorientación e incluso un sentimiento de culpa.
¿Cuáles son las causas? ¿Cómo evitarlas?
1. Objetivos poco claros
Tienes que tener muy claro siempre el objetivo final (que puede ser desde aprobar en junio hasta aprender sobre literatura por curiosidad).
2. Mala planificación
Es fundamental que os organicéis vuestras tardes según objetivos urgentes, importantes o a largo plazo. La planificación ayuda a aprovechar el tiempo (os ahorráis eso de ir de materia en materia pensando en que hubiera sido mejor empezar por otra cosa). Parece que ordenar lo que queremos hacer es algo que nos hace perder tiempo pero nada más lejos de la realidad, nos ayuda a seguir un camino claro y no perdernos entre indecisiones.
3. Agobios
Si todo se nos amontona es normal que caigamos en un estado de nervios y agobio que nos bloquee. Esto provoca que busquemos otras distracciones para esquivar ese mal momento.
¿Cómo solucionarlo? Una buena planificación nos ayudará muchísimo y también el establecer prioridades.
4. Interrupciones constantes
Si en cuanto empiezas a estudiar te llega un whatsapp y tienes que contestarlo, rompes el ritmo inevitablemente. A partir de ahí, piensas que 'ya que estás' consultarás un momentito el Facebook, después que vas a merendar antes para adelantar y así toda la tarde. Cuando te das cuenta te queda media hora para cenar y apenas has tachado nada de la agenda.
Es imprescindible ponerte un horario de estudio y tener disciplina para mantenerlo. Si te dejas pequeños descansos (siempre controlados con el reloj), podrás desconectar y escribir algún mensaje o mirar algo en el ordenador. Pero siempre en el descanso.
5. Aburrimiento
Si estudiar te resulta aburrido, tienes que buscar otra estrategia. Quizás lo de mirar un libro durante una hora no es para ti pero sí lo de hacerte mapas mentales, esquemas, anotaciones, fichas de memoria... Piensa que a veces no es lo que estudiamos lo que nos aburre sino la manera de hacerlo.
6. La importancia de las metas pequeñas
Si tienes un examen de cuatro temas, cógelo con antelación y proponte metas más pequeñas para cada día. Es decir, si uno se pone a estudiar con la presión de tener que aprenderse un montón de hojas, tiene muchas más opciones de desmotivarse que si decide empezar por un tema.
7. Las pausas son fundamentales
Nuestra mente necesita oxigenarse, liberarse y descansar por lo que es necesario hacer pausas (¡controladas con el reloj!) mientras estamos estudiando.
¡Hay que felicitarse por cada día conseguido! Ponte una nota en la agenda, una pegatina, un emoticono, lo que sea. Pero felicítate cada vez que hayas conseguido vencer la procastinación. Poco a poco se convertirá en un hábito (solo tardan 21 días en crearse).
Excelente
ResponderEliminarMuy interesante y realista
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